Pregonautas

El presidente municipal de Charo, Gabriel Molinero Villaseñor, se ha convertido en el principal obstáculo para las fiestas tradicionales del municipio. Ahora, con la autorización de un Jaripeo-Baile el próximo 7 de septiembre, el alcalde pone en riesgo una de las celebraciones más antiguas y queridas de la región: las Fiestas Cívico-Patronales de Irapeo, que llevan 86 años realizándose de manera ininterrumpida.

De acuerdo con el Comité Organizador, la autorización de este evento, avalado directamente por el Ayuntamiento, coincide con las fechas patronales y amenaza con restar asistencia y recursos económicos a los festejos que cada año sostienen mejoras comunitarias. “Ningún Ayuntamiento había entorpecido tanto las tradiciones como lo está haciendo esta administración que encabeza Gabriel Molinero”, acusaron los organizadores, visiblemente indignados por la falta de respeto hacia el legado cultural de la tenencia.

La molestia no es menor. Los habitantes de Irapeo convocaron a la ciudadanía a manifestarse este viernes 22 de agosto frente a la presidencia municipal, para exigir la cancelación del baile que, aseguran, atenta directamente contra la identidad y la economía local.

Pero este no es un hecho aislado. En diciembre de 2024, el propio gobierno de Molinero ya había saboteado las fiestas de Unión Progreso al autorizar un baile masivo con el grupo Bronco, apenas un día antes de la celebración patronal de esa comunidad. El resultado fue devastador: una caída de hasta 30 por ciento en la asistencia y cuantiosas pérdidas económicas.

La historia parece repetirse y los pobladores temen que la política del presidente municipal sea la de aplastar las tradiciones para favorecer espectáculos que nada aportan al fortalecimiento de la cultura comunitaria. “No vaya a ser que al presidente se le ocurra afectar también las fiestas de otras comunidades”, advirtió el Comité, que responsabiliza directamente a Gabriel Molinero por el daño ocasionado al patrimonio cultural de Charo.

La pregunta que ahora se hacen en Irapeo y en todo el municipio es clara: ¿por qué el presidente municipal insiste en dinamitar sus propias raíces?